Esperanza
Por Juan Urrea
Cualquiera diría que todo el mundo que expresa una opinión en las redes sociales Twitter, Facebook o demás a favor o en contra de un gobierno mediocre o el descontento por una política son troles pagos para realizar una supuesta labor sombría, y quizás aquella opinión es válida, pero no por esto veraz. El Uribismo a diferencia de la mermelada tiene como motor la convicción y los principios.
Las pasadas elecciones los colombianos salieron masivamente a apoyar una propuesta Distinta pero leal a un país que a pesar de la barbarie ha seguido en pie de lucha contra el terrorismo, la pobreza y la corrupción. No fueron momentos de gloria, el deseo por el retorno de la Seguridad Democrática, esa que permitía que los productos e insumos llegaran a las ciudades sin atrasos causados por la extorsión y el secuestro, se vieron opacados por el fraude al elector, por el constreñimiento de los grupo terroristas y el derroche del oficialismo.
Colombia llora, pero no se rinde, era la frase de Londoño Hoyos, que en los impulsos de la jornada hacía mérito de banda sonora. Qué paradoja mientras algunos “intelectuales” criticaban a Uribe por aparecer luego de los discursos de los dos candidatos, porque según, violaba la cultura democrática, nada decían sobre los cientos de millones que se fueron en publicidad engañosa, en la venta de votos y el “tamalito” por la “paz”. Uribe es el primer soldado de esta democracia.
El gobierno de Juan Manuel Santos, ese cuatrienio que aún no ha terminado pocos aciertos ha tenido, algo diferente había sido si el gobierno Santos hubiera sido un buen gobierno, a pesar de la traición a Uribe y a sus electores, nada se podría decir en contra de su obra de gobierno porque se carecería de argumentos. Esto es, el sector rural la constante es el desdén y el abandono con los campesinos, el desconocimiento de los problemas cafeteros y la inoperancia para gestar soluciones, más allá de prometer canchas de fútbol en el Cauca.
Este gobierno sí que debe ser bueno, dicen algunos intelectuales y líderes políticos, con la bandera de la “Paz” decidieron apoyar al gobierno que prometió reformas en la educación y ni reforma ni una óptima ley se obtuvo en más de tres años, el gobierno que prometió renovar y efectivizar la justicia terminando con una marrulla que nunca leyó, aprobando el adefesio justiciero para los aliados del gobierno.
Colombia sigue, el Centro Democrático junto a los colombianos ha sido el llamado a ejercer una actividad política de principios, basados en lo que le conviene el país y no a los mezquinos intereses de una alcaldía o la búsqueda de un Ministerio; sin duda, esta será una oposición legitimada por los colombianos y necesaria para el bienestar de la patria, no será otro el motor sino la pasión por una patria libre, próspera y sin bandidos.
Ad: Esta columna es una antítesis de algunas columnas de Odio que en este tiempo se escriben. (ODIO - EL TIEMPO 20/06/2014)
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